




La isla privada de Fregate ofrece una estancia selecta para un grupo limitado de privilegiados en busca de desconectar del mundanal ruido y zambullirse en los colores de la naturaleza.
Sus 16 villas privadas, a la que se suma una presidencial, construidas con madera de caoba nativa -en armonía con su entorno natural- cuentan con enormes terrazas con vistas al océano, jacuzzi, sala de estar e incluso mayordomo privado. Pero quizá lo más interesante sea el concepto de intimidad del resort, que, por ejemplo, ofrece a sus huéspedes la posibilidad de comer allá donde puedan extender un mantel, desde las ramas de un árbol banyan, hasta la cima de la montaña más alta de la isla.